El otro día, cuidando a unos niños en su casa, me pidieron poner una película que llamó mucho mi atención. Buscando, he logrado encontrar la caratula del DVD:
Al ver el título me vino a la cabeza todo lo estudiado en el segundo bloque de la asignatura. Los niños, en concreto la más pequeña con 5 años, me dijeron que querían ver la de "la sirenita falsa". Imaginaros mi cara cuando me soltaron semejante perla.
Instintivamente les pregunté por qué decían que era falsa y sin pretenderlo nos metimos en un pequeño diálogo que me sorprendió bastante. Os lo plasmo aquí pues me sorprendió tanto que aún lo recuerdo:
-¿Y por qué decís que es La Sirenita falsa?
-Porque la de verdad no se vuelve ni espuma ni luego hada, ni se casa con el príncipe ni nada. Además ésta es rubia y la mala, pues no es tan mala. (Aquí averigüe lo que más tarde vi en la película, el cuento era prácticamente exacto al de Andersen)
-¿Y cuál es La Sirenita verdadera?
- Pues la de Disney, la de Sebastian y Ariel. Aunque esta a mi también me gusta porque aunque no consigue casarse con el príncipe, no le mata y por ser buena se convierte en hada.
Hablamos un poco más sobre esto, sobre Andersen y les explique un poco más quién era y porque aquel cuento no era falso como ellos consideraban. Al final quedamos en que el próximo día que fuese les contaría distintos cuentos sin decirles el título para ver si lo adivinaban o lo conocían y si eran iguales o diferentes a sus versiones de Disney.
Me gustó mucho esta experiencia con los niños pues me hizo plantearme y ponerme metas como futura profesora: no quiero que mis niños sean completamente "niños Disney",quiero que disfruten con otros cuentos, los que yo disfrutaba de niña pues, en mi opinión poco a poco los cuento folclóricos están desapareciendo del aula y de la memoria de los niños.
Esto es algo muy triste pues son cuentos que han estado en la historia del mundo durante generaciones y ahora, gracias a nuestra amada tecnología cada vez se disfruta menos.
Así que, como maestras, pongámonos todas manos a la obra y no dejemos que se pierdan en el olvido o en una página web: hagamos que nuestros niños amen los cuentos folclóricos.